Tatoo

Tatoo

De todo un poco

Cargando...

Mujercitas - una nota de Delfina Acosta


Espero que no se pichen, como quien dice, pero quisiera, en vista de que ya soy un poco mayorcita, dar a las señoras unos consejos, no, consejos no, razonamientos o pareceres que tal vez les sea de provecho.
---
Mujercita, si tienes una hija talentosa, que está entre los cinco y seis años, una niña con habilidad para las artes o alguna disciplina deportiva, y que habla con un buen decir, no te pases de mambo. No vayas a cansar a las señoras hablando y hablando y hablando en torno a la inteligencia de tu pequeña. No digas “maravillas” como la siguiente: “No es porque sea mi hija que les digo lo que les voy a decir, pero resulta que ella es increíble, tiene una sorprendente agilidad mental, aprende en un segundo las lecciones, es una líder natural en el colegio, no es tímida como sus compañeras, piensa ya casi como una adulta; a veces nos deja con la boca abierta a mi esposo y a mí con las conclusiones que saca sobre cualquier tema”. Ten en cuenta que la gente te escuchará una vez con atención, pero tú, creyendo que tu hija es un ser tocado por la gracia de Dios, seguirás insistiendo cada vez más con fundamentos que rayarán tal vez con la mentira en torno a sus virtudes. Y no sabrás, nunca te enterarás de que la gente que te escucha hablar rosas, jazmines y orquídeas sobre tu pequeña estará gritando en su interior: “¿Pero por qué no se calla de una buena vez esta mujer, por amor a Dios?”.

No vayas con chismes a los vecinos. Mira que en la medida que hablas de las demás, las demás hablan de ti. Desde luego, ¿quién eres, finalmente, para decir rojo, verde o amarillo de tu prójimo?

Y si tu esposo, de quien te enamoraste y te hiciste novia una fresca tarde de un día otoñal, hoy se fue, te abandonó por otra mujer, piensa que a lo mejor bien merecido lo tenías. Acaso dejaste a un lado el buen trato que hacía posible la sana convivencia entre ambos. Piensa que los tiempos que vivimos no son muy fáciles, y necesitamos sentir el afecto, el cariño de la persona amada, no las quejas y los reproches, que abundan fuera del hogar. Y tal vez, por ahí, descuidaste tu aspecto personal. ¿Acaso no se enamoró de tu buena figura, de tu dentadura sana, libre de caries, de tu cuerpo perfumado? ¿Por qué has tenido que perder la línea y borrar de tu rostro el cuidado con que mantenías tersa e iluminada tu piel?

El amor en el matrimonio puede ser una delicia, la miel de las mieles cuando ambos juegan a estar enamorados y pendientes el uno del otro, y, como cuando eran novios, cuidan su apariencia y se prodigan ternura.

Mira que así como a veces tus ojos se van tras un joven apuesto, el olfato de tu marido también se va tras el aroma de una dama de buena estampa.

Toma apunte de las palabras odiosas que le dijiste a tu cónyuge apenas el día ha comenzado, y haz un mea culpa, y empieza, a partir de ahora a su lado, a encarar la mañana con buen humor.

Y si te sientes vieja y achacosa, es hora de que sepas que no eres ni vieja ni achacosa ni cosa por el estilo, y que los buenos vientos de la existencia están en tu búsqueda.

Lástima que con tu carácter fétido no solamente te espantas a ti misma y te haces daño, sino que además generas un clima de disgusto y pena a tu alrededor.

Y no te creas lo mejor, ni lo peor, ni lo mediano. Recuerda que simplemente eres una mujer y que tu finalidad primera en la Tierra es ser feliz y no hacer infelices a quienes te rodean.

Y si maltratas, te maltratarán.

Y si amas con sinceridad, serás doblemente amada.

delfina@abc.com.py

28 de Noviembre de 2011