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De todo un poco

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El legado que la sociedad aguarda de ti - por Delfina Acosta

(una reflexión findeañera desde Asunción  del Paraguay para todos nuestros lectores que, independientemente de su edad cronológica, creen que es posible un mundo mejor)
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Son tantas las necesidades del prójimo, y uno, metido en la cápsula del egoísmo, cree que no puede prestar atención sino a sus problemas o aflicciones del día. ¿Cuál será tu legado finalmente, lector, cuando ya no estés parado sobre las baldosas, y las raíces de algún ciprés de mal carácter se vayan alimentando de ti, y en el fondo de una fosa, ya no puedas tomar intervención en los asuntos del mundo, como ahora, que estás en tus plenas facultades mentales, y reconoces cuánto puedes hacer por mejorar tu entorno?

No te limites a dejar un legado solo para tu país. Piensa en grande. Ya sabes que el dolor y el amor se entrelazan más allá de las fronteras, y el cielo es el techo que tenemos en común los seres humanos. Que tu solidaridad posea extensión.

Un árbol es un buen legado. Vale la pena plantar uno. Así como enseñas a tus hijos que no deben liarse con las drogas, que deben estudiar para tener una profesión, diles que planten un árbol. O dos. O cien. La finalidad es que tengan insertada en su mentalidad, como algo casi natural, la tarea de sembrar. ¿Sabías que nuestro planeta se está yendo literalmente al abismo porque hay ausentismo de conciencia ambiental mientras la tala indiscriminada de los bosques va acabando con los animales? La destrucción de las especies pone en peligro la supervivencia de la especie humana. Espantoso, ¿verdad?

Tal vez puedan tomarte por loco, lector, mas te animo a que vayas a los colegios de tu barrio, y pidas durante un momento la atención de los adolescentes, y les digas que ya es hora de traigan al mundo hijos, vale decir árboles...

Y a ti, que estás escribiendo tonteras, a veces, en la computadora, te vengo a rogar que investigues a qué organizaciones mundiales puedes apuntarte si deseas servir en alguna forma en la protección ambiental.

Dejar un libro es un excelente legado. Pero, a fuerza de ser sincera, necesito decirte que si tu libro es un compendio de errores, de redacción mal construida, y de ideas que descalifican el lenguaje, te será de mejor provecho guardarte en el silencio. En el blog de una poetisa he leído hace mucho tiempo una frase que llamó poderosamente mi atención y que suelo traer a mi mente cuando me parece pertinente: “Uno es dueño de su silencio y esclavo de lo que dice”.

Un legado puede ser la premiación de una obra en nombre de un intelectual, de un ser humano de aplaudida trayectoria. A propósito, nombro a la familia Gaona Giardino, que en nombre de Don Roque Gaona, premia anualmente el mejor libro del año. Vale esta oportunidad para mencionar que la escritora y poetisa Gladys Carmagnola, con su obra ¿De lodo, miel y lágrimas? se ha hecho merecedora del galardón.

Otro legado puede ser dejar una casa, un techo para los niños en situación de peligro o de violencia. Si tienes contactos y entusiasmo y amor por aquellos pequeños que se exponen tan prontamente a enfermar de drogadicción, de desamor, de amargura precoz, ¿por qué no trazas un plan con otras gentes para estudiar la manera de devolverlos sanos a la sociedad?

¿Por qué tienes que pasar los días observando cómo sus existencias se van al tacho en un santiamén y no tomas ninguna acción para rescatarlos de las calles salvajes? ¿Por qué? ¿Por qué?

Mira que tu indiferencia es parte de su historia, aunque pienses que no. Y recuerda que el tiempo pasa. Un minuto, una hora, un día, un mes, un año, son la suma de tu vida. Y se va el tiempo y deberías decidirte ya...

26 de Diciembre de 2011